Renata Souza, estandarte antirracista frente a la élite política en Río de Janeiro
Río de Janeiro. El asesinato de su amiga Marielle Franco en 2018 fue “el mayor dolor de mi vida”. Pero Renata Souza, mujer negra “favelada” como la concejala, continuó su lucha, convirtiéndose en un estandarte contra el racismo ante la élite política de Río de Janeiro, Brasil.
Aspirante a la relección en octubre como diputada regional, Souza asegura librar a diario una batalla en la Asamblea Legislativa del estado de Río, donde han tratado de impedirle tomar el ascensor para funcionarios electos, asumiendo que es una empleada doméstica.
“Una llega ahí diciendo ‘soy mujer, negra, favelada y vengo a defender todo esto’ y asusta, porque la gente como yo siempre estuvo en la periferia de la política”, explica esta mujer enérgica en el pequeño salón de su casa natal de Maré, un complejo de favelas del norte de Río.
Souza, de 40 años, es ahora una figura popular en su barrio: vestida con colores alegres y grandes pendientes dorados con la forma de África, saluda a diestra y siniestra mientras recorre las bulliciosas callejuelas.
Pero esta activista no había planeado nada de todo esto. La más joven de tres hermanos, Souza descubrió a los 15 años que quería ser reportera: “Criticaba la forma en que el periodismo miraba la favela. Quería contar historias” sin los “prejuicios” que identifican estos barrios con las milicias y el narcotráfico, explica.
Única universitaria de su familia, conoció a Marielle Franco, también de Maré, en la escuela preparatoria y empezaron a marchar juntas hacia el activismo frente a la impunidad de las operaciones policiales.
“Estaban matando a amigos nuestros. Todo nos llegaba muy cerca. Entendimos que defender los derechos humanos era casi defender nuestra existencia.”
Souza fotografió y documentó el Maré hasta que su amigo militante Marcelo Freixo –actual candidato de la izquierda a gobernador de Río– le propuso sumarse a su campaña a diputado regional en 2006.
“Mi primera reacción fue decirle: ‘¡Te vas a burocratizar, a alejar del pueblo!’, pero me convenció con una frase: ‘Renata, debo presentarme porque nuestros enemigos lo están haciendo’”, le dijo, en alusión a dos policías que promovían el enfrentamiento armado en las favelas como política de seguridad pública.
La muerte del niño Renan
El día de las elecciones, una bala perdida de un policía mató a Renan, de tres años, sobrino de su novio.
“Oí ese disparo”, evoca, todavía con la voz entrecortada. “Me dije: estoy aquí luchando y ¡matan a un niño! Todo esto no sirve de nada”.Pero sintió que no tenía opción.
Continuó en “bastidores”, especialmente en la comisión de derechos humanos de Río, y cuando Marielle se lanzó en política, coordinó su campaña y fue jefa de su gabinete hasta el 14 de marzo de 2018, día en que la popular concejala fue asesinada a tiros en el centro de Río.
Ese crimen, que conmocionó al mundo y sigue irresuelto, “fue el mayor dolor de mi vida. Perder a una amiga de esa manera tan absurda”. Quiso claudicar, pero acabó saltando al frente.
En la misma elección en que el ultraderechista Jair Bolsonaro fue elegido presidente de Brasil, Souza ganó su escaño en la Asamblea Legislativa de Río, como la candidata de izquierda más votada en un hemiciclo de 70 diputados, de los cuales sólo 13 son mujeres, cinco de ellas negras.
“El racismo y el machismo que la gente ve en la sociedad brasileña se reproduce en esa casa, históricamente ocupada por hombres blancos de la élite”, dice. “Todo es muy hostil”, con intentos “de no reconocernos en ese lugar”.
Souza tuvo incluso que mudarse de Maré ante las amenazas de grupos afines a Bolsonaro en las redes sociales. Pero está orgullosa de su mandato, al haber promovido principalmente una ley para priorizar la investigación de asesinatos de niños y adolescentes y medidas para luchar contra la violencia obstétrica de las mujeres negras.
“Perdí mi libertad. Es un precio muy alto para hacer política en Brasil. Pero vale la pena delante de estas victorias.”
La Jornada